Bases Morfológicas de la Farmacología

Sistemas del cuerpo humano

 Acorde a la nómina anatómica vigente* el cuerpo humano está integrado por los sistemas esquelético (A02), articular (A03), muscular (A04), digestivo (A05), respiratorio (A06), urinario (A08), genital (A09), cardiovascular (A12), linfoide (A13) y nervioso (A14). La terminología anatómica internacional también incluyen a la cavidad pleural (A07), cavidades del abdomen y la pelvis (A10), glándulas endócrinas (A11), órganos de los sentidos (A15) e integumento común (A16) como estructuras anatómicas que están inter-relacionadas con los sistemas corporales. Los números en paréntesis hacen referencia a la clasificación sistemática que permite una reducción considerable del número de términos anatómicos y evita el uso de sinónimos y epónimos.

Para la Farmacología el apego más estricto a la terminología anatómica sería de gran utilidad para la organización de grupos farmacológicos, ya sea por sus indicaciones terapéuticas** o acorde al sitio anatómico en donde ejercen el efecto, bioquímico y fisiológico, del que se desprende su utilidad terapéutica. De forma alternativa los fármacos pueden agruparse por su mecanismo de acción o por su estructura química, pero es claro que éstos criterios conducen a clasificaciones redundantes en las cuales un mismo fármaco vuelve a ser estudiado por sus múltiples indicaciones terapéuticas, por ejemplo, antihipertensivo o antianginoso o antiarrítmico. 

El uso indebido de términos como aparatos del cuerpo humano, por ejemplo el reproductor, no es deseable. El grupo farmacológico de los anticonceptivos tiene sus blancos farmacológicos ubicados en las glándulas y no en el sistema genital. Tampoco es adecuada la referencia al sistema endócrino como sitio de acción de las hormonas; ya que el término sistema endócrino refleja un criterio fisiológico que sólo aplica a la subordinación bioquímica de algunas glándulas periféricas a la hipófisis, pero que no aplica a otras glándulas como las del páncreas.  Otro ejemplo frecuente en la literatura farmacológica es la referencia al sistema inmune como blanco farmacológico de los antiinflamatorios no esteroideos; la incoherencia anatómica resulta del hecho de que las respuestas inflamatoria e inmune son integradas por el sistema linfoide.  

Más allá de las implicaciones semánticas del uso adecuado de la terminología anatómica para clasificar a los fármacos, subyace la distinción clara de la relación que guardan las estructuras anatómicas con las funciones en las que participan; así como de la integración homeostática de las diferentes respuestas que operan integralmente para la ejecución de las funciones corporales. En la Tabla 1 se ilustra la relación que guardan los sistemas corporales con sus funciones y las respuestas que integran. 



Como puede apreciarse en la Tabla 1, la relación anatómica con las respuestas fisiológicas que presenta el cuerpo humano es el referente inicial para el primer nivel de organización de las especializaciones clínicas.


* La terminología anatómica es la base de la terminología médica por lo que es importante emplear la misma nomenclatura para referirse a la misma estructura evitando, hasta donde es posible el uso de sinónimos y epónimos. La referencia a la denominación en latín ha sido muy útil en la preparación de listados equivalentes en inglés y en español como el publicado en septiembre de 2001 (ISBN 84-7903-614-1)

**Los grupos farmacológicos se asocian usualmente a las indicaciones terapéuticas. Así en un mismo grupo farmacológico se puede reconocer a las "clases terapéuticas"; las cuales agrupan a diversos fármacos acorde a sus mecanismos de acción o por su estructura química. Por ejemplo, los antihipertensivos como grupo farmacológico incluye al menos seis clases terapéuticas que pueden ser bloqueadores de los receptores de angiotensina 2, bloqueadores de los receptores beta-adrenérgicos, bloqueadores de los canales de calcio, etc. El segundo ejemplo sería la clasificación de los antibacterianos por grupos químicos, que incluye a las penicilinas, cefalosporinas, aminoglucósidos, etc.; los cuales, a su vez, pueden también ser clasificados por su mecanismo de acción, como bactericidas o bacteriostáticos.

Comentarios